Añadir a mi grupo de amigos/usuarios favoritos
Puedes añadirle por nombre de usuario o por email (si él/ella ha accedido a ser encontrado por correo)
También puedes añadir usuarios favoritos desde su perfil o desde sus críticas
Nombre de grupo
Crear nuevo grupo
Crear nuevo grupo
Modificar información del grupo
Aviso
Aviso
Aviso
Aviso
El siguiente(s) usuario(s):
Group actions
You must be a loged user to know your affinity with Sergio Berbel
- Recomendaciones
- Estadísticas
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Sergio Berbel:
8
Voto de Sergio Berbel:
8
6,7
1.400
24 de mayo de 2023
24 de mayo de 2023
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que reconocer el enorme desparpajo y la valentía de Dennis Hauck a la hora de conformar su ópera prima buscando un cruce imposible entre Quentin Tarantino y Paul Thomas Anderson. Es obvio que la apuesta de “Too late” es demasiado compleja para ser perfecta, sobre todo porque acaba resultando un tanto alambicada tanto en forma como en contenido, pero sin duda funciona y es altamente recomendable.
La receta consiste en hacer una película coral donde todos los personajes están conectados y ofrecerla al espectador desordenada temporalmente. Exacto, estamos ante la posibilidad de seguir una evidente senda tarantiniana. Pues sumémosle a ello el uso narrativo a través de planos secuencia. Una película coral y episódica dividida en cinco planos secuencia. Aunque aquí son más alocados y caóticos, es evidente la alargadísima sombra de Paul Thomas Anderson sobre esta cinta, a la que, para emular al mejor director del planeta, tampoco le falta la condición de thriller con gotas de humor (como ocurriera en “Sydney (Hard Eight)” o “Puro vicio”).
Mucha atención, dicho sea de paso, al planteamiento del primero de los planos secuencia, en el que, para acercar al espectador hasta los entresijos de algunas escenas, el cineasta norteamericano combina dicho recurso narrativo con la arriesgada opción de la pantalla partida. A atrevido le ganan pocos.
El guión del propio Dennis Hauck, aunque a ratos demasiado rocambolesco y se le vea venir demasiado pronto, sin duda funciona magníficamente y se nutre de la dirección de fotografía de Bill Fernandez y de, cómo no, la importancia de la música y las canciones en el desarrollo de la trama (estamos tratando de emular al dios Tarantino).
No cabe duda que lo mejor de la función es la química absoluta que emana de su pareja ¿protagonista? formada por John Hawkes y Cristal Reed, capaces de otorgar verosimilitud a una historia siempre al filo de la navaja.
Estamos ante un puro thriller: un peculiar y un tanto marginal investigador privado (la conexión del mismo con el protagonista de “Puro vicio“ de Paul Thomas Anderson es mucho más que evidente) tiene que encontrar a una chica desaparecida. Pero todo va a ser mucho más complejo de lo que parece, los distintos personajes que van entrando en escena tienen relación con ella y todo será mucho más difícil de lo que aparenta conforme el espectador vaya ordenado cronológicamente en su mente tramas y subtramas. Sin duda, si se hubiese contado ordenada, hubiera resultado la mitad de interesante. El artificio del desorden, sin duda, funciona.
Como curiosidad, incluso los créditos presumen de tener un expreso aire tarantiniano.
La receta consiste en hacer una película coral donde todos los personajes están conectados y ofrecerla al espectador desordenada temporalmente. Exacto, estamos ante la posibilidad de seguir una evidente senda tarantiniana. Pues sumémosle a ello el uso narrativo a través de planos secuencia. Una película coral y episódica dividida en cinco planos secuencia. Aunque aquí son más alocados y caóticos, es evidente la alargadísima sombra de Paul Thomas Anderson sobre esta cinta, a la que, para emular al mejor director del planeta, tampoco le falta la condición de thriller con gotas de humor (como ocurriera en “Sydney (Hard Eight)” o “Puro vicio”).
Mucha atención, dicho sea de paso, al planteamiento del primero de los planos secuencia, en el que, para acercar al espectador hasta los entresijos de algunas escenas, el cineasta norteamericano combina dicho recurso narrativo con la arriesgada opción de la pantalla partida. A atrevido le ganan pocos.
El guión del propio Dennis Hauck, aunque a ratos demasiado rocambolesco y se le vea venir demasiado pronto, sin duda funciona magníficamente y se nutre de la dirección de fotografía de Bill Fernandez y de, cómo no, la importancia de la música y las canciones en el desarrollo de la trama (estamos tratando de emular al dios Tarantino).
No cabe duda que lo mejor de la función es la química absoluta que emana de su pareja ¿protagonista? formada por John Hawkes y Cristal Reed, capaces de otorgar verosimilitud a una historia siempre al filo de la navaja.
Estamos ante un puro thriller: un peculiar y un tanto marginal investigador privado (la conexión del mismo con el protagonista de “Puro vicio“ de Paul Thomas Anderson es mucho más que evidente) tiene que encontrar a una chica desaparecida. Pero todo va a ser mucho más complejo de lo que parece, los distintos personajes que van entrando en escena tienen relación con ella y todo será mucho más difícil de lo que aparenta conforme el espectador vaya ordenado cronológicamente en su mente tramas y subtramas. Sin duda, si se hubiese contado ordenada, hubiera resultado la mitad de interesante. El artificio del desorden, sin duda, funciona.
Como curiosidad, incluso los créditos presumen de tener un expreso aire tarantiniano.